Intimidad
Bruno Marcos
Mi hermano tiene un sentido mucho más aristocrático que yo de la intimidad. Hoy, por teléfono, me contó el relato que una amiga les hizo ayer sobre el comienzo de su actual relación sentimental. Era una suerte de comedia romántica urbana. Le comenté que su amiga les había regalado un cuento, que lo escribiera, que tal vez me animaba yo y lo publicaba en el blog, pero él se escandalizó un poco, me dijo que no se debía usar una cosa así que te cuenta alguien, que eso forma parte de la intimidad, que precisamente se lo habían contado, al final de una cena, en un ambiente relajado, como un confidencia, como un regalo, como una confesión. Yo le respondí que no existe esa intimidad, que la gente adora que hagas pública esa intimidad y que, a lo sumo se rebela con que te cobres tú ese capital que ellos desearían canjear con su firma, pero que, al poco, te agradecen que, si tienes los medios, le hayas dado tú esa visibilidad, que, de una forma u otra, hayas estampado sus avatares en el ser mediante el lenguaje, aunque sea pagando el precio de pasar a ser únicamente personajes literarios. No le convencí. No sé si será lo suyo un rubor innato, o la concepción prácticamente religiosa que debe tener de la intimidad en la cual, quién sabe, reproduce inconscientemente el secreto de confesión; pero el caso es que ha necesitado hacerse psicoanalista con título para poder hurgar en las intimidades. Yo, más barriobajero, llevo saqueando todo mucho tiempo. Como le dije: “Los escritores de tres al cuarto no respetamos la intimidad de nadie”
Mi hermano tiene un sentido mucho más aristocrático que yo de la intimidad. Hoy, por teléfono, me contó el relato que una amiga les hizo ayer sobre el comienzo de su actual relación sentimental. Era una suerte de comedia romántica urbana. Le comenté que su amiga les había regalado un cuento, que lo escribiera, que tal vez me animaba yo y lo publicaba en el blog, pero él se escandalizó un poco, me dijo que no se debía usar una cosa así que te cuenta alguien, que eso forma parte de la intimidad, que precisamente se lo habían contado, al final de una cena, en un ambiente relajado, como un confidencia, como un regalo, como una confesión. Yo le respondí que no existe esa intimidad, que la gente adora que hagas pública esa intimidad y que, a lo sumo se rebela con que te cobres tú ese capital que ellos desearían canjear con su firma, pero que, al poco, te agradecen que, si tienes los medios, le hayas dado tú esa visibilidad, que, de una forma u otra, hayas estampado sus avatares en el ser mediante el lenguaje, aunque sea pagando el precio de pasar a ser únicamente personajes literarios. No le convencí. No sé si será lo suyo un rubor innato, o la concepción prácticamente religiosa que debe tener de la intimidad en la cual, quién sabe, reproduce inconscientemente el secreto de confesión; pero el caso es que ha necesitado hacerse psicoanalista con título para poder hurgar en las intimidades. Yo, más barriobajero, llevo saqueando todo mucho tiempo. Como le dije: “Los escritores de tres al cuarto no respetamos la intimidad de nadie”
4 Comments:
usuario anónimo modera tu agresividad o tendré que suprimir de nuevo tus comentarios
Querido usuario anónimo:
Aunque sé que crear un vacío administrando la censura es restar parte de la trama a la novela no tengo reparos en eliminar cuanto me cause, a primera vista, una disonancia, una nota mal afinada. El caso es que tanto desaforada respuesta tuya como supresión mía serían parte de este relato.
En cuanto a que expreses el nombre real de los aludidos decir debiera que no me interesa pues aquí todos los personajes aparecen aquí por su mote, más que por preservar su intimidad por tomarlos mucho como personajes y nada como personas, pues, a mí, no como a otros, no me place que esta realidad virtual cambie ni un ápice lo que pasa por ahí afuera, en el mundo real. El que se sepa como es este tipo me trae al fresco, lo que me seduce es mostrar que hay personajes como estos. En todo caso también podría ir tu tesis acompañada de tu firma real con lo cual la fuerza de la denuncia sería totalmente enorme; si no, al menos, búscate un alias o varios, para que sigamos un poco el hilo del hilo...
Un abrazo y un graznido
el cuervo
Gracias cuervo,
Me siento como un alumno bueno que admite la sabia corrección del profesor de…
Vuelvo a la novela. Intentaré no salirme. Esta maldita fiebre veraniega me hace delirar realidad. A partir de ahora seré Ramón Tronné, una ficción mas…
Muy bien Ramón otro graznido y otro abrazo
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